Este proyecto consistió en transformar un amplio apartamento de cuatro habitaciones y tres baños en un hogar que priorizara la funcionalidad sin perder la calidez y el estilo. El corazón del diseño fue la zona viva: el gran espacio común que reúne la sala de estar, el comedor y la cocina, donde la familia se reúne y comparte sus momentos cotidianos. En este espacio, se propuso un diseño que fusionara funcionalidad y simplicidad, con una premisa clara: aprovechar al máximo la arquitectura existente para convertir cada muro en un elemento de almacenamiento integrado.

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Para lograr una estética atemporal, seleccionamos una paleta de tonos cálidos y naturales que aportan armonía al conjunto. Los elementos estructurales fueron recubiertos en maderas claras, mientras que los muros restantes se mantuvieron en tonos beige y blanco, creando un fondo suave que destaca por su simplicidad. Los acabados y materiales fueron cuidadosamente seleccionados para resistir el paso del tiempo, logrando un espacio que no solo es práctico y organizado, sino también acogedor y elegante, donde la familia puede vivir y crecer en un entorno que siempre se sentirá actual.